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Moda, cuerpo y crisis: cómo el estilo y el deporte en tendencia anticipan una recesión económica

El resurgimiento de cuerpos delgados y ropa sobria no es solo una cuestión estética, sino un reflejo simbólico de una crisis económica global y una expresión del contexto ideológico neoliberal.

Más que simples tendencias de expresión estética, la moda y el deporte que consumimos pueden funcionar como indicadores de transformaciones socio-políticas más amplias. En los últimos meses, han surgido numerosos artículos y teorías que plantean que ciertas tendencias en la moda y prácticas como el pilates o el running podrían estar anticipando una posible crisis económica. Sigue leyendo y descubre por qué estas tendencias dicen más de lo que parece.

chica haciendo running
dos chicas y un chico practicando pilates

Desde una perspectiva crítica, y siguiendo la perspectiva de autores como Lipovetsky (1987), Bordo (1993) o McRobbie (2009), este fenómeno puede entenderse como parte de una lógica en la que la moda y el deporte actúan como agentes que no son neutros, sino portadores de discursos ideológicos concretos. Ciertas tendencias estilísticas y corporales, aparentemente triviales, pueden funcionar como síntomas culturales de una época marcada por la incertidumbre económica y el reajuste de valores políticos.

La relación entre moda y economía ha sido ampliamente documentada. El economista George Taylor propuso en 1926 el conocido Hemline Index, según el cual el largo de las faldas guarda una correlación con la salud económica: las faldas se acortan en tiempos de prosperidad y se alargan durante crisis. Si bien esta teoría ha sido objeto de crítica por su simplismo, diversos estudios han confirmado que la industria de la moda tiende a responder con patrones sobrios, funcionales y discretos en contextos de austeridad económica.

Cambios históricos en la moda durante crisis económicas

Los momentos de crisis han dejado huella en la forma de vestir. Durante la posguerra, por ejemplo, se impuso una moda marcada por cortes estructurados, colores neutros y una contención ornamental que contrastaba con los excesos del periodo prebélico. En la actualidad, fenómenos similares se observan en el auge del clean look (estilo minimalista y pulido que transmite orden, frescura y limpieza), el office siren core (estilo que fusiona elementos clásicos del vestuario profesional femenino con cortes estructurados y detalles que acentúan la silueta) y la preferencia por prendas duraderas, reutilizadas o adquiridas en mercados de segunda mano. La moda actúa como un lenguaje social y estético que no solo expresa el deseo individual, sino que comunica ansiedades y aspiraciones colectivas.

El cuerpo como extensión de la moda recesiva

Paralelamente al cambio en la vestimenta, el cuerpo también experimenta transformaciones significativas. En contraste con el ideal musculoso y expansivo que dominó la estética corporal de las décadas recientes, especialmente bajo el influjo del fitness de alto rendimiento, emerge ahora una preferencia por cuerpos delgados, estilizados y pequeños, más acorde a ideologías conservadoras (especialmente en lo referido al cuerpo de la mujer; las mujeres musculosas y fuertes no van acorde a los ideales tradicionales).

Este nuevo ideal se vincula a prácticas como el pilates o el running, que enfatizan el control corporal, la elongación muscular y una imagen de cuerpo discreta, menos asociada a la fuerza muscular y a la salud, y más a la delgadez.

Este vídeo remite a una estética que parece sacada de una película de principios de los 2000, en la que el deporte se asocia a una feminidad contenida, blanca y delgada, más que a la fuerza o la salud física en sentido funcional. El matcha, el pilates y el cuerpo estilizado operan aquí como signos culturales de una estética del autocuidado que, si bien se presenta como moderna, en verdad recicla viejos estándares de belleza bajo nuevos códigos.

Susan Bordo (1993) argumenta que el cuerpo femenino ha sido históricamente el espacio para la inscripción de normas culturales de disciplina, autocontrol y moralidad. En este sentido, la delgadez no es simplemente una cuestión estética, sino un signo de autocontención, eficiencia y conformidad con un ideal de rendimiento constante. En el contexto neoliberal, este tipo de corporalidad responde a las exigencias de adaptabilidad, productividad y austeridad que impone el mercado.

Ideología política y estética

Angela McRobbie (2009) advierte que muchos de los discursos actuales sobre empoderamiento femenino y autocuidado están muy relacionados con los valores neoliberales de perfección, eficiencia y autoexplotación. La estética del clean look, que combina delgadez, minimalismo y cuidado natural, encarna esta tensión: promueve una imagen de salud y control, al tiempo que impone un modelo corporal altamente normativo, restrictivo y excluyente.

Otro indicador indirecto de recesión económica es la apropiación ideológica del vestir. Ejemplo de ello es el look sobrio y minimalista asociado a figuras conservadoras como Melania Trump y las mujeres del gabinete de Donald Trump. Este estilo transmite disciplina, orden y feminidad clásica, conceptos que muchas veces se vinculan al discurso económico de derecha.

La primera dama Melania Trump camina por el césped del Palacio de Buckingham el lunes 3 de junio de 2019, antes de asistir a una ceremonia de bienvenida en Londres. (Foto oficial de la Casa Blanca por Andrea Hanks)
La primera dama Melania Trump camina por el césped del Palacio de Buckingham el lunes 3 de junio de 2019, antes de asistir a una ceremonia de bienvenida en Londres. (Foto oficial de la Casa Blanca por Andrea Hanks)
Melania Trump en los Premios Internacionales a las Mujeres con Coraje 2017
Melania Trump en los Premios Internacionales a las Mujeres con Coraje 2017
La primera dama Melania Trump mira mientras el presidente Donald J. Trump pronuncia un discurso en la Recepción del Mes de la Historia Afroamericana el jueves 27 de febrero de 2020, en el Salón Este de la Casa Blanca. (Foto oficial de la Casa Blanca por Andrea Hanks)
La primera dama Melania Trump mira mientras el presidente Donald Trump pronuncia un discurso en la Recepción del Mes de la Historia Afroamericana el jueves 27 de febrero de 2020, en el Salón Este de la Casa Blanca. (Foto oficial de la Casa Blanca por Andrea Hanks)

Conclusión y reflexión final: ¿podemos leer la economía en la ropa y el deporte?

Si bien no existe consenso absoluto, es evidente que la moda refleja algo más que gustos, por lo que sí puede ser un espejo de la situación económica. El retorno de prácticas deportivas asociadas a la delgadez como ideal estético, y la vuelta al tradicionalismo en los códigos de vestimenta son fenómenos que no pueden entenderse al margen del contexto económico global. La moda y el cuerpo actúan como espejos culturales de procesos estructurales más amplios: anticipan, legitiman y naturalizan las condiciones de precariedad bajo la apariencia de estilo personal o cuidados de salud.

Más que una mera tendencia, estamos ante una manifestación visible de una recesión, inscrita tanto en los hábitos de consumo como en de qué forma tratamos a nuestro cuerpo. Como en ciclos económicos anteriores, el cuerpo y la moda se reconfiguran no solo para adaptarse al mercado, sino para resistirlo.

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