Italia es un lugar imprescindible para todo viajero que se precie, especialmente a nivel artístico, histórico, religioso y cultural. Todo el mundo debería visitar al menos una vez en la vida (o más a ser posible) Roma, Venecia, Florencia, Pompeya e incluso Milán. Pero Italia es mucho más: la romántica Toscana con sus pueblecitos y sus viñedos; el norte alpino y el entorno del lago Como; la región de La Marche con sus ducados y sus paisajes de ensueño; el sur y la isla de Sicilia…
Hoy nos vamos a centrar en la capital de la región de la Emilia Romaña, en la ciudad de Bolonia, la puerta hacia el este del país, hacia el mar Adriático. Uno de los principales nudos de comunicaciones de Italia que se sitúa entre el río Reno y el río Sávena a los pies de los Apeninos. Bolonia es un destino que aún no está masificado, afortunadamente para el viajero y desafortunadamente para la economía local, y que queda fuera de las grandes rutas turísticas italianas.
Bolonia y sus pórticos
Bolonia tiene uno de los cascos antiguos medievales más grandes de Europa, con una característica esencial que fue propuesta para la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad: sus más de 40 km de soportales o pórticos (portici en italiano).
Y ¿por qué tantos pórticos? Al ser una ciudad medieval amurallada y universitaria, tenía mucha población y necesitaba aprovechar el espacio. Casi todas las familias querían ganar espacio en sus viviendas y construían una habitación más sobre la calle que luego alquilaban a los estudiantes venidos de toda Europa para aumentar sus pocos ingresos. Pero como las calles eran estrechas, debían de hacerlo «en el aire» y así fueron surgiendo los soportales por toda la ciudad. De todos los soportales, el más conocido es el que te lleva hasta el Santuario de San Luca, un pórtico con 666 arcos… Curioso número con reminiscencias diabólicas. La primera de la ciudad… No será la última.
La Universidad de Bolonia. Conocimiento, Ciencia, Humanidades y Arte
El edificio y la institución más importante de Bolonia es sin lugar a dudas su Universidad, el Alma Mater Studiorum, la universidad más antigua de Occidente fundada en 1088. En la actualidad se ha revitalizado su nombre y todos los que andamos vinculados al mundo educativo y/o universitario hemos oído hablar del plan Bolonia, gestado entre estos muros, que rige los designios de la educación europea en la actualidad. Y no fue casualidad elegir este lugar para tal fin.
La Universidad de Bolonia ha contado con alumnos tan ilustres como Dante, Petrarca, Copérnico, Thomas Becket, Erasmo de Rotterdam y un largo etcétera.
Destacan sus estudios en Humanidades, especialmente lo relativo al Derecho. La rama de los legistas, que aquí se preparaban para después repartirse por toda Europa, estudiaba oratoria clásica por poner solo un ejemplo. También hubo una importantísima facultad de Teología. Pero la otra rama importante de estudios era la de los artistas con disciplinas como la Medicina, la Filosofía, la Matemática, la Física y las Ciencias Naturales en general. Aunque según los legistas eran estos últimos estudiantes de segunda y no se mezclaban con ellos, teniendo incluso escaleras distintas exclusivas de acceso a las aulas.
El edificio antiguo y original (hoy en día hay muchas más modernas sedes de la Universidad) no tiene un acceso majestuoso como la Universidad de Alcalá de Henares, por poner solo un ejemplo. Se accede por una pequeña puerta que puede pasar incluso desapercibida entre las muchas que hay, como no, en los largos pórticos de la ciudad. La principal característica y que más llama la atención no es su claustro, sino las paredes de sus pórticos, repletas de escudos heráldicos pintados al fresco en techos y paredes laterales. Hay más de 7000 escudos diferentes de las más importantes familias nobiliarias de toda Europa, que enviaban a sus vástagos allí a estudiar y que con sus aportaciones económicas generosas ganaban el derecho a representar su escudo en sus paredes.
También es fundamental visitar su biblioteca que cuenta con más de 35.000 volúmenes de gran valor. Y el Aula Stabat Mater, aula magna de los legistas, con las paredes repletas de libros y de los escudos de las familias más importantes y con una gran águila bicéfala símbolo del poder imperial.
Pero la estancia más interesante del edificio es sin lugar a dudas el Archigimnasio, un teatro anatómico donde se impartían las clases de anatomía y se diseccionaban los cadáveres. Tiene forma de anfiteatro y está recubierta de madera. La presiden un buen número de estatuas entre las que destacan la de los dos médicos más conocidos de la Historia, Hipócrates y Galeno. Un lugar imprescindible y de obligada visita a pesar de los tres euritos que cuesta acceder. Una buena inversión.
Donde el tamaño importa. Las Dos Torres: Garisenda y Asinelli
Otro de los emblemas de la ciudad, mucho más visible por razones obvias, son las Dos Torres. No vamos a hacer la fácil referencia a Tolkien, porque son mucho más antiguas y reales. Las dos torres son simplemente las más altas de la ciudad, pero hay muchas más.
Las familias boloñesas, no muy bien avenidas entre sí y proclives a las disputas por el control de la ciudad, construían palacios-fortaleza donde refugiarse cuando las disputas intestinas se iban de las manos. Además de ser elemento defensivo, también eran símbolo de poder y de prestigio. A mayor altura y solidez, mayor poder y prestigio para la familia. Una vez más, el tamaño sí que era importante para los boloñeses. Como símbolo fálico también tendría un recurrente comentario que voy a obviar, aunque es muy difícil abstraerse.
Las torres tenían las puertas ubicadas a varios metros de altura y a ellas se accedía por una pasarela de madera. En caso de necesidad, se cerraba la puerta, se derruía la pasarela y el acceso para los enemigos se complicaba, un factor de tranquilidad para sus moradores.
Las dos torres más conocidas, que además están una al lado de la otra son la torre Garisenda, de 48’16 metros de altura, peligrosamente inclinada ya por el tiempo y el hundimiento progresivo de sus cimientos. No es visitable por el evidente riesgo de accidente aunque se está tratando de preservar. Difícil misión luchar contra el tiempo y los elementos para una construcción de estas características.
La más alta de las torres, es la torre Asinelli, de 97’20 metros de altura. La reina suprema del skyline boloñés. Esta torre sí que es visitable, pero ojo, hay otra leyenda estudiantil al respecto que dice que aquellos que suban arriba del todo no finalizarán con éxito sus estudios universitarios. Yo por si acaso no subí, y me costó mucho superar las ganas, porque adoro las alturas y sus vistas. Pero lo haré cuando finalice el doctorado. No vaya a ser que la liemos… En cualquier caso, visita ineludible e imprescindible en nuestra ruta.
Hay muchos más rincones y preciosos lugares que visitar en la joven y bulliciosa Bolonia
La basílica de San Petronio con su famosa Meridiana, el Palazzio della Podestá y su arco de los susurros, el palazzio Comunale, la famosa Fuente de Neptuno en la Piazza Magiore, la Piazza Cavour o la Via de la Independenzia, donde puede usted hacer shopping; el apacible y espectacular Santuario de san Luca, al que se accede por el famoso pórtico de 666 arcos; la Piazza de Santo Stefano presidio por la basílica homónima, lugar de ocio nocturno por antonomasia de la ciudad y que alberga un edificio dónde el diablo nos observa; la casa Stagni, curiosamente relacionada con el consumo de cannabis en la edad media; el edificio de las Tres Flechas con una curiosa leyenda con mujer desnuda de por medio; la majestuosa Catedral ubicada en la calle Mayor. Y por supuesto, paren a comer, no en vano la llaman “la grassa”. El plato estrella son los tagliatelle al Ragú con la famosa salsa bolognesa.
Pero nos reservamos todos estos lugares para una próxima ocasión, porque estamos seguros de que volveremos a Bolonia.
Ciao.