Situado en las afueras de Los Ángeles, el restaurante Rabbit Slim’s es el escenario perfecto para la representación de esta coreografía; un lugar donde se reviven las benévolas décadas de 1950 y 1960: camareros caracterizados de Elvis o Marilyn, mesas simulando Cadillacs rojos y una puesta en escena que hace rodear a todos los comensales de la plenitud de la cultura pop.
Durante la cena, el espectáculo da comienzo. La primera y única pareja de este concurso que nos permite visualizar el director realiza una coreografía bajo la canción de Chuck Berry: You never can tell. Una de las más famosas tonadas del twist más clásico (casi rozando el rock ‘n’ roll) de la historia de la música, inmortalizada en esta secuencia.
La pareja protagonista, interpretada por Vincent Vega (John Travolta) y Mia Wallace (Uma Thurman), hacen su aparición sobre un escenario, situado en medio del restaurante, cuya única decoración se encuentra en el suelo, formada por un gran tacómetro que ocupa prácticamente su totalidad.
La puesta en escena
La escenografía del propio restaurante configura el momento. El escenario se encuentra elevado, ofreciendo perspectiva desde todos los ángulos, sobre una plataforma perfectamente situada entre unos paramentos con luces azules que parten de unos pilares de sillares, entre los que se sitúa la barra y los tertulianos del restaurante.
La iluminación, cálida y en cierto modo homogénea, toma algo más de intensidad en tres focos: en la barra del fondo; en las líneas azules que se van ensanchando; y en un resplandor cenital que alumbra el centro del tacómetro y, por ende, del escenario donde se encuentra la pareja de baile. El resultado da lugar a leves sombras bajo los actores y suaves claroscuros sobre sus movimientos.
El vestuario de la pareja protagonista se integra en la época representada, con trajes sencillo, chaqueta y corbata para de él, blusa blanca para de ella. El contrapunto de modernidad acontece en la actriz puesto que emplea pantalones, en lugar de falda, y una blusa por fuera. Además, ambos personajes van descalzos, haciendo referencia a la danza libre propia del siglo XX.
El baile
Y, en este punto, la música empieza a sonar. Cómo en toda representación de twist, el sonido es lo más importante para la configuración del baile. Derivada del rock ‘n’ roll y nacida a caballo entre las décadas 50 y 60, en el seno de un contexto de cultura popular y de masas, este nuevo estilo permitía que la danza de la pareja se realizara independiente, sin necesidad de bailar agarrados.
Además, fruto de esta popularidad, las veladas y los conciertos pasaron a ser participativos, con el público interactuando entro de él y llevando la danza fuera de los escenarios.
Así pues, los protagonistas, a pesar de que no se tocan en toda la escena, sí se acercan tímidamente el uno a la otra manteniendo la mirada fija en sus ojos. La coreografía empieza al ritmo de la música, realizando los dos los clásicos pasos del twist; es decir, unos movimientos exagerados de las extremidades –sin llegar a ser toscos ni perder la sensación del ritmo–, dirigiéndose a un lado y otro del cuerpo, con las piernas bastante flexionadas y un movimiento de pies de gran rapidez apenas sin levantarse del suelo.
Y apareció Fellini
Estos movimientos, junto con el acompañamiento de la cámara, son una clara referencia de otro baile cinematográfica rodada por Federico Fellini en su film Otto e mezzo, con la que Tarantino realizó un homenaje a uno de sus cineastas más influyentes.
Después de estos primeros pasos, los protagonistas empiezan con una danza libre, proveniente más bien de los alucinógenos y las drogas que llevan dentro del cuerpo que no por el conocimiento de la concepción de nuevas formas de baile. El resultado son movimientos ondulantes de brazos, buceos y ciertas aproximaciones sexuales, acompañados de un paso de baile ya representado por el propio Travolta en la película Grease, siguiendo el sonido de la canción Greased lightning.
La secuencia finaliza con un fundido a negro y, como no podía ser de otra manera, la pareja protagonista se lleva el premio del concurso, tal como se comprueba cuando los dos protagonistas entran a la casa de Mia.
Tras observar su puesta en escena, podemos admitir que esta secuencia permanecerá como una de las dance scenes que forman part de la historia y cultura del cine, tanto por la danza de los protagonistas, como por los movimientos de cámara, la iluminación, la música o la escenografía. Una secuencia que ha sido repetida, transformada y llevada a multitud de formatos y técnicas. Un icono que ha traspasado los límites del celuloide.
Lo que acontece posteriormente en casa de Mia, merece un punto y aparte y, por sí sola, un estudio interdisciplinar.