Dedicado a Luis Robles.
Estar a gustito dentro de nuestros coches es parte fundamental de lo que se conoce como seguridad preventiva. Muchos son los sistemas y componentes que contribuyen a ello hoy en día, desde los elevalunas y limpiaparabrisas, pasando por la luneta térmica y la calefacción hasta los actuales sistemas de aire acondicionado o climatización totalmente automáticos. Pero en los comienzos de la automoción no era así… Los inventos y aplicaciones para el confort térmico de las personas, aparecían como accesorios y tardaban años en popularizarse.
Los constructores de vehículos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, no tenían como prioridad el confort térmico de los ocupantes y mucho menos de los conductores, que si bien recordamos, estaban, en muchísimos casos, alojados fuera del habitáculo de pasajeros, carentes de parabrisas y que sufrían en propias carnes las inclemencias del tiempo. Mantener a las personas calientes en los primeros vehículos, se conseguía empleando las mismas técnicas que los contemporáneos coches de caballos: capotas, mantas, batas de regazo, abrigos, guantes, sombreros y en el mejor de los casos, calentadores de pies de carbón, muy similares a nuestros actuales braseros.
Las batas de regazo de la época, eran muy elaboradas y variadas. Los catálogos comerciales del momento, recogían desde las más sencillas a las más lujosas, y no olvidaban las barras portamantas.
Las fundas estaban hechas de una túnica cubierta de cuero de búfalo, un forro de tela o «un forro de cuero forrado con piel» y se ofrecían con unas aberturas que le habrían permitido al conductor ver los controles de encendido y acelerador montados en la columna de dirección.
Estos sistemas aunque mitigaban, no eliminaban el frío y sus inconvenientes, así que los manuales de Chauffeur de la época, daban recomendaciones para la salud e higiene como buena alimentación, ejercicio y descanso, así como enseñaban «generalidades sobre la predicción del tiempo».
Preocupados por su salud, también había anuncios en prensa de productos específicos para chóferes, como un colirio llamado AutoEye de Murine, que curaba los ojos de los males del frio y el polvo de las carreteras.
En el caso de las damas, había especial preocupación para que las inclemencias de los viajes, tan expuestas como iban, no afectasen a su indumentaria ni, por su puesto a su salud y todo ello sin perder ni un ápice la clase y estilo a la moda de la época.
Deflectores para que el polvo emitido por la marcha no estropease los ropajes.
Para que no entrase nada de polvo tampoco por debajo y mantuviese el calor dentro del habitáculo, había cierres de goma en las pedaleras destinados a evitar que el aire exterior ingresara al compartimiento de pasajeros.
En 1907 aparece por primera vez anunciado un sistema de calefacción diciendo que era «lo mejor que se ha inventado hasta ahora».
La ilustración muestra una camisa que rodea el silenciador de escape del vehículo y un conducto hasta una caja. La caja estaba destinada a ser fijada al piso del vehículo. Una trampilla y un registro en la caja permitían que el aire caliente se dirigiera al habitáculo o al aire exterior. Esto representó una tecnología bastante sofisticada para la época.
Para protegerse de las inclemencias del tiempo como la lluvia o la nieve, existían las cubiertas de lona, con aberturas a modo de ventanas hechas de hoja de mica transparente o de pequeños trozos de vidrio. También existían cortinas laterales más o menos rígidas, según el elemento transparente que emplearan.
Los primeros parabrisas de vidrio, datan de 1903 y eran muy peligrosos ya que al romperse se fragmentaban cual cuchillos. En España, se les conocía como corta-brisas.
Es interesante destacar que Mary Anderson (1866 – 1953) recibió su patente para un «dispositivo de limpieza de ventanas» en 1903 al comienzo de los parabrisas de vidrio. Su invento, el limpiaparabrisas, aun tardaría años en imponerse.
Allá por el 1909-1910, existían los parabrisas automáticos Wezger, los cuales permitían plegar y desplegar las dos mitades rápida y cómodamente.
En 1912 y 1914 se ofrecieron guantes y volantes calefaccionados eléctricamente. Funcionaban con la batería del vehículo, la magneto o una batería portátil de celda seca.
En 1915, aparecieron limpiaparabrisas manuales en el Chevrolet Baby Grand, a los que siguieron sistemas por vacío, y posteriormente eléctricos.
A finales de los años 20, aparecían los limpiaparabrisas duales.
Para deshelar esos parabrisas, se inventó cercana la tercera década del siglo, un sistema eléctrico, similar a las actuales lunetas traseras térmicas, que adosado mediante ventosas descongelaban el parabrisas.
Uno de los primeros calentadores de aire desde el motor se ofreció en 1916 y se llamó Brickey Auto Heater. El aire se conducía desde el radiador y el ventilador del vehículo, a través de una cámara que rodeaba el colector de escape y luego hacia el compartimiento de pasajeros.
Al poco tiempo, comenzaron a implementar este sistema con un ventilador eléctrico que forzaba más el aire hacia el interior.
Hudson ofreció un sistema de persiana del radiador como una opción en 1916. El sistema se operaba con una varilla de empujar y tirar en el panel de instrumentos. Permitió al conductor controlar la temperatura del refrigerante en el radiador abriendo o cerrando las persianas. El dispositivo dio como resultado un calentamiento invernal más rápido del motor y el compartimiento de pasajeros si estaba equipado con un calentador.
El vehículo necesitaba una tapa de radiador Motor Meter opcional que contenía un termómetro visible desde el asiento del conductor para determinar cuándo se alcanzó la temperatura deseada de 130ºF / 54ºC.
En el Jordan sedan de 1917 se incluyó un calentador instalado de serie. Hasta ese entonces, la mayoría, si no todos, de los calentadores eran accesorios instalados por el distribuidor o el propietario.
Otro punto importante fue el desarrollo de los líquidos anticongelantes de motor que permitió conducir los vehículos en climas fríos al evitar que el agua de refrigeración se congelara, expandiera y rompiera el bloque del motor o la culata. Ello llevó al desarrollo de las calefacciones de habitáculo por agua.
Uno de los primeros fue el sistema Peerless que usaba dos intercambiadores de calor. Este fue el precursor del método que todavía se aplica hoy en día para calentar vehículos con motores refrigerados por agua.
A estos sistemas, se les añadió al poco tiempo, mandos manuales que accionaban los conductores para abrir o cerrar el paso de agua del motor hacia los intercambiadores de calor.
En poco tiempo se fueron añadiendo de termostatos automáticos, basados en espirales de bimetal, que permitían ir controlando con mayor precisión y menores intervenciones las temperaturas del aire de entrada.
Por el contrario, mantenerse fresco en un vehículo de la época, durante el verano, azotado por el sol, tampoco era fácil y las primeras soluciones, eran igualmente prácticas: sombrillas para protegerse del astro rey.
Cuando los vehículos comenzaron a «acristalarse» y ser más herméticos, apareció la necesidad de la ventilación que en principio se subsanó con aberturas fijas, después con pequeños sistemas de entrada de aire llamado The Petry Ventilator para los Ford al que siguieron parabrisas parcialmente elevables a través de una manivela, que permitían ventilar en interior conocidos como Fisher VV empleados en los Chevrolet cerrados de la época. Otra solución similar para ventilar, empleada por Ford, consistía en que el parabrisas de su modelo A, se abría ligeramente hacia delante por la parte inferior, gracias a unas bisagras en la parte superior.
A finales de los años 20, ya se ofrecía como accesorio en los Cadillac, un ventilador para el conductor.
En la segunda parte de este artículo os contaré cómo fueron los primeros sistemas de aire acondicionado en los vehículos… Nos leemos.
Referencias bibliográficas:
Manual de Formación sobre Manipulación de Gases Fluorados para Vehículos, por Antonio José Sánchez Pajuelo
Manual Práctico del Automovilista y del Piloto Aviador, por Dr. G. Pedretti. Gustavo Gili, Editor 1919.
Die Chronik des automobils. Plaza y Janes.
Treasury of Early American Automobiles 1877-1925. Floyd Clymer. Bonanza Books 1950.
Revista de DUN, Edición Internacional, junio 1918
Automotive Climate Control 116 years of progress. Gene G. Dickirson.
Revista La Ilustración Española y Americana, 15 de enero de 1906
https://www.tricoproducts.com/company#history
Wikipedia.
Ashrae.
Extraordinario en su redacción y contenido. Esperando al próximo!!
Muchas gracias. Espero que la continuación también te guste;)
Contenido excelente!!! Segunda parte ya!!
Mil gracias ;). Estoy trabajando en ello ??
Un gran artículo con información muy detallada de cada avance y de las primeras mejoras en cuanto a la climatización. Esperaré con intriga el de los A/C!
Muchas gracias Javi. En eso enfocaré la siguiente parte 😉