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El Museo Judío de Berlín: una gran experiencia museística sensorial

Este museo alemán no es un simple lugar que contiene objetos. Es todo lo contrario. Es un lugar cuya arquitectura ultra-moderna pretende transmitir sensaciones e ideas que te hagan reflexionar. Es pura, una arquitectura que transmite.

La obra arquitectónica de Daniel Libeskind pretende transmitir emociones y sensaciones y alejarse del museo tradicional. El edificio está hecho para describir las tensiones vitales de la sociedad judío-alemana a partir de dos ejes diseñados en su planta: el que conduce al exilio y el que conduce a la muerte. Hasta las escaleras pretenden mandar un mensaje y la distribución de las luces, el número y disposición de las ventanas… Y en esos ejes se colocan unos espacios vacíos, dotados de gran contenido emocional y que se encuentran en cada esquina del museo.

Una visita basada en el desasogiego

Entre los espacios significativos del Museo Judío destacan especialmente la «Torre del Holocausto», una pequeña construcción anexa en forma externa aparentemente de chimenea, sumida en la oscuridad, un lugar muy polémico pues al entrar, la angustia, la oscuridad, el silencio, el vacío, el frío que sentimos… Todo transmite desasosiego.

¿Es lícito evocar la muerte de seis millones de personas con una experiencia sensorial de la que puedes salir en cuanto quieras? Ellos no pudieron salir…

¿Es lícito crear angustia artificial en el visitante como un reclamo? No seré yo quien dé respuesta, pues es múltiple y variada. Solo diré que me sentí extraño, desamparado y se me enfrió el alma en aquella oscura estancia.

Un jardín hacia lo desconocido

Otra parte del museo muy significativa es el «Jardín del Exilio», una zona compuesta por 49 bloques de hormigón con un estilo parecido al del Monumento a las víctimas del Holocausto del centro de la misma ciudad, pero más alto y más estrecho, aunque lo más impactante para mi fue la irregularidad del suelo, un suelo en pendiente, rugoso, un suelo en el que nunca puedes sentirte seguro, en el que un paso en falso es lo normal, un suelo que transmite zozobra e inseguridad, como alguien que se tiene que ir al exilio, a un lugar desconocido que no sabe lo que la vida le va a deparar…

Me pareció una recreación muy acertada y creo que el autor consigue transmitir sentimientos muy parecidos en mi a lo que perseguía. No pude evitar acordarme de los españoles que tuvieron que abandonar su casa tras la Guerra Civil Española, de los judíos alemanes que emigraron forzosamente y de todos los refugiados del mundo que se ven obligados a enfrentarse a las inseguridades de lo desconocido por amenazas tan grandes que son difíciles de imaginar.

Un callejón que estremece

Y por último, destacar el «Void Void», un callejón en el que se extienden en el suelo alrededor de 10.000 chapas redondas de acero, con formas distintas de caras que producen un estremecedor ruido al pasear sobre ellas.

Recuerda el sonido de gritos y lamentos. Hablan por sí solas y es muy difícil avanzar entre ellas. Hay gente que no puede hacerlo de la impresión. Si miras al frente ves la oscuridad y sabes que significa muerte. Si miras hacia arriba hay un inmenso e irregular espacio vacío que recuerda la incertidumbre, la nada, las locuras y cosas ilógicas de la vida. Si miras a los lados el frío hormigón gris te causa desazón. Y si miras las caras que pisas, sus quejidos te estremecen el corazón. Una experiencia muy intensa que te hace pensar. Fue una obra añadida a posteriori, pero bajo mi criterio, muy acertada.

Después de visitar este museo estoy absolutamente convencido de que este edificio, te habla. Y además te habla directamente al alma. Un hito arquitectónico. Una experiencia sensorial que no hay que perderse.

2 comments

  1. Muy especial, solo reflexión después de leer este artículo. «Ellos no pudieron salir»… Son historias que el hombre no debe repetir.
    Visitar un museo no sólo debe ser un entretenimiento, y seguramente la desazón de estar ahí nos invite a ser más analíticos. Cuando formamos a nuestros hijos adolescentes a quienes hemos colmado de mimos y placeres, deberemos plantearnos la posibilidad que experimenten estos museos realistas, que existieron y conversar sobre el hombre, el dolor y el egoísmo. Gracias.

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