En este futuro, será necesario dar respuesta a los mismos problemas con los que se han enfrentado hasta ahora las ciudades, pero magnificados (transporte y movilidad urbana, seguridad urbana, gestión de residuos, consumo de energía…) y a los nuevos retos asociados al crecimiento de la población que les tocará de lleno (gestión del talento, gestión de la innovación, sostenibilidad social, gobierno abierto, etc.) sin descuidar sus responsabilidades del “día a día” (atención ciudadana, trámites, e-Administración, colaboración interadministrativa).
Históricamente, las ciudades han sido las fuerzas motoras del desarrollo económico y social, centros para la industria, el comercio, la concentración de la riqueza y el poder político. Así mismo, han ayudado también a que haya mayores ingresos, mejor salud, mayor alfabetización, mejor calidad de vida, acceso a la información, la diversidad, la creatividad y la innovación.
Realidades y problemas de las ciudades actuales
En el contexto socio-económico actual, las ciudades y sus respectivos gobiernos se enfrentan a problemas diferentes que les están obligando a adaptarse a las nuevas tendencias:
- Los ciudadanos exigen a su gobierno local una administración que se ajuste a sus necesidades y a la prestación de servicios públicos de calidad.
- El actual sistema democrático y de gobierno se encuentra bajo una creciente ola de desconfianza, además la población está deseando participar en dicho sistema. Cada vez son más los que piden una administración más transparente y participativa.
- Las ciudades están ganando peso en la economía mundial. A futuro, habrá muchas ciudades con un PIB superior al de algunos países. En consecuencia las ciudades tenderán a competir entre sí reduciendo (o complementando) el papel de los estados.
- Especialmente en los países desarrollados, la economía se espera que evolucione de una economía de producción post-industrial a la economía basada en el conocimiento.
- No debemos olvidar que las ciudades en su conjunto se han convertido en la tercera entidad más contaminante del mundo, después de EE.UU. y China. También es un hecho que las ciudades se han convertido en un consumidor insaciable de recursos y la gente cree que los “males” ambientales son el precio que se debe pagar por los “bienes” económicos. ¿Cómo podemos ofrecer una mejor calidad de vida con menos recursos?
La ciudadanía como agente activa de la ciudad: el citizen-centrismo
Ahora, el mundo es más una cuestión de ciudades que de países, una ciudad como Londres tiene más en común con Nueva York que con cualquier ciudad británica pequeña. Y es por esta razón que superar los retos tan variados a los que se enfrentan las ciudades es fundamental para que puedan prosperar y crecer, e igualmente mejorar en el uso de los recursos y la reducción de la contaminación y la pobreza.
Uno de estos desafíos es el Citizen-centrismo, que significa dar a los ciudadanos un papel activo e involucrarlos en los procesos de las ciudades. Esto reducirá la distancia existente entre los ciudadanos y los representantes políticos, creando una relación de co-responsabilidad y el compromiso ciudadano en la mejora del actual sistema democrático y de gobierno. Como consecuencia de este citizen-centrismo, las demandas de la ciudadanía están impulsando que los gobiernos apuesten por adoptar modelos de prestación de servicios centrados en el ciudadano, que puedan mejorar significativamente la experiencia del cliente final.
A partir de ahora las ciudades tendrán que ser especialmente capaces de estimular, dirigir su red de negocios e identificar el camino que se traduzca en creación de empleo y prosperidad (sostenibilidad económica, social y ambiental).
Para ello hay que facilitar la creación y consolidación de los negocios y promover ideas ingeniosas, invenciones e innovaciones para asegurar que las ciudades siguen siendo los principales centros de creatividad y progreso (economía del conocimiento), sin llevar al límite al planeta y el consumo de sus recursos.
Modelos de participación PPP y cooperación internacional
Las ciudades que quieran alcanzar sus objetivos estratégicos actuales y futuros tendrán que buscar nuevas formas de financiación: fondos de organizaciones multilaterales; modelos de participación público-privados; creación de consorcios; cooperación versus competición; y redes de colaboración. La tendencia en este sentido es y será fomentar los modelos de participación PPP (People-Public-Privat, persona-público-privados).
En consecuencia, la creación de redes junto con la cooperación internacional influirá en las nuevas líneas estratégicas de la ciudad y se convertirán en activos principales para alcanzar una mayor competitividad dentro de este nuevo marco.
Por último, es necesario establecer nuevos modelos de gestión centrados más en la consecución de los objetivos que en consumir el presupuesto anual. Este modelo de gestión tiene que estar relacionado con los diferentes puntos de vista presentados aquí, entre otros: el ciudadano, la economía o la sostenibilidad.
Estos retos obligan al gobierno de cada ciudad, a sus administraciones, empresas, organizaciones e individuos a proporcionar y asumir aquellos servicios y beneficios que los ciudadanos están demandando. Todo ello con el objetivo de que las ciudades del futuro funcionen, sean resilients y, lo más importante, que todos los agentes mencionados trabajen juntos. El principal reto de las ciudades es ir más allá de ser simplemente una concentración de personas, es crear ciudades habitables.
La ciudad inteligente o Smart City
Hasta este punto, el término Smart City no ha sido mencionado obviamente a propósito y por dos razones: Una, porque este término es ampliamente utilizado para nombrar la transformación actual a la cual las ciudades se enfrentan. Y la otra, porque aunque por Smart City también se entiende el proceso de introducción de la tecnología en las ciudades, erróneamente se tiende a llamar ciudad inteligente a cualquier ciudad que promueva iniciativas de mejora a través del despliegue de nuevas tecnologías.
Este concepto debe plantear una visión transformadora, holística e integral de la ciudad, centrándose en el ciudadano como objetivo final y agente impulsor de esta transformación; y hablando de transparencia, participación, eficacia, eficiencia, agilidad, reducción de costes, integración, cooperación, sostenibilidad y sistema de sistemas. Con lo que una ciudad debe ser:
- Eficiente, comprometida, cooperativa y sostenible en sus ámbitos económico, social y medio ambiental.
- Participativa, abierta, transparente y responsable de su gestión y de sus relaciones con todos los agentes sociales.
- Innovadora, capaz de repensar los modelos tradicionales de prestación de servicios y las estructuras de ciudad.
- Digital e interconectada, utilizar las nuevas tecnologías como herramientas para avanzar en su desarrollo, las TIC no como un fin en sí mismo, sino como un medio para un fin.
- Orientada a la mejora continua de sus parámetros de sostenibilidad, eficiencia y bienestar.
Otra clave más global es que el marco general de las Smart Cities debe distinguirse para cada ciudad, de acuerdo a sus capacidades y activos así como a su grado de evolución. Por esta razón, no existe un modelo único de Smart City, hay tantos modelos como ciudades se deseen transformar.
Pero siempre con un objetivo final y principal, incrementar los niveles de bienestar de la ciudad para ser capaces de responder a las necesidades y problemas de los ciudadanos. Una Smart City es la ciudad ideal en la que toda persona quiere vivir.