Arte y patrimonio

El Faro del Fin del Mundo

El famoso faro se encuentra situado en la Argentina austral, siendo una de las luces más meridionales del planeta. El escritor Julio Verne lo inmortalizó en su novela El faro del fin del mundo y, desde entonces, su historia ha fascinado (aún más) a navegantes y curiosos.
Foto: Nexofin.

No cabe duda que Julio Verne (1828-1905) es uno de los autores más reconocidos de la literatura universal por sus novelas de aventuras y de la llamada “literatura científica”, muy influyente en el género de la ciencia ficción. En 1901 escribió El faro del fin del mundo, aunque la novela fue publicada de forma póstuma en 1905.

Una luz de novela en la isla de los Estados

La isla de los Estados con indicaciones de los buques naufragados.

A lo largo de la novela, los personajes se mueven por localizaciones reales de la isla de los Estados, situada al sur de la Tierra del Fuego –cuyos paisajes son relatados con gran imaginación pero con sorprendente fidelidad–, como los cabos de San Juan y de San Bartolomé (cada uno a un extremo de la isla), o los de Kempe y Webster, situados en la zona meridional. Asimismo, también aparece un lugar con nombre ficticio: la bahía de Elgor, en cuyo emplazamiento acontece gran parte de la acción.

Pero donde mayor se aprecia esa sensibilidad de Verne por divulgar los conocimientos científicos y los ingenios de la época, es en las líneas que dedica a las tareas de los torreros del faro: “Si estos mantenían las lámparas en buen estado; si renovaban las mechas a su debido tiempo; si vigilaban que el aceite alimentara la luz en las proporciones debidas; si regulaban el tiro, levantando o bajando los tubos de cristal; si estaban atentos a encender las luces al anochecer y a apagarlas al ser de día; en fin, si no descuidaban la vigilancia, no había duda de que el faro estaba llamado a rendir grandes servicios.”

Así como también a la descripción del aparato de luz que, de manera ficticia, había instalado en la linterna del faro, la cual: “estaba provista de lámparas de doble corriente de aire y de mechas concéntricas. […] El aceite las alimentaba por un sistema parecido al de la lámpara Carcel. En cuanto al aparato dióptrico, se trataba de lentes escalonadas de tal forma que todas tenían el mismo foco principal.”

El Faro de San Juan de Salvamento

Tras esta presentación, vamos a hablar del elemento alrededor del cual gira toda la trama argumental de la novela: el Faro del Fin del Mundo.

Imagen del faro en 1898.

Su verdadero nombre es el de Faro de San Juan de Salvamento. Está situado en la punta Lasserre, junto al cabo y bahía de San Juan, en el extremo oriental de la isla de los Estados. Su luz permitía una entrada segura al estrecho de La Maire. Verne nos relata que el faro fue encendido el 19 de diciembre de 1859 y que la luz, con un alcance de 10 millas (unos 19 km), se situaba sobre una torre de 32 m de altura alzada en el centro del edificio anexo, donde se encontraban las viviendas de los torreros y los almacenes.

En realidad, fue construido en 1884, siendo el faro más antiguo de Argentina y el primero en construirse en tierras australes. El edificio estaba realizado en madera de lenga con una planta poligonal de 16 lados con 9 m de diámetro y 5 m de alto; en ella vivían seis torreros (Verne solo introduce tres). El aparato de luz estaba instalado en el interior del propio edificio, constaba de ocho lámparas fijas de queroseno situadas detrás de las ventanas, cuyos cristales eran lentes de Fresnel.

Foto: Nexofin.

Por desgracia, las lámparas de aceite proporcionaban poca visibilidad en una tierra con acumulaciones constantes de nubes y nieblas. Esta climatología adversa agraviaba su localización, pues muchas embarcaciones naufragaron en las costas del archipiélago de Año Nuevo, situado al norte de la isla de los Estados. Por esa razón, en la isla Observatorio del citado archipiélago fue construido el Faro de Año Nuevo, el cual se encendió el 1 de octubre de 1902, dejando sin servicio al Faro del Fin del Mundo.

Foto: Butterfly voyages, 2008.

Un nuevo faro ilumina el fin del mundo

La historia del faro no acaba aquí. Casi una centuria después, André Bronner, un navegante francés fascinado por la novela, decide visitar y reconstruir el Faro del Fin del Mundo. Para ello creó una asociación homónima con la que consiguió ayudas de la armada argentina, el gobierno francés, las ciudades de Nantes, La Rochelle y Ushuaia, así como de empresas privadas.

En primer lugar, se realizó una ardua investigación para recuperar el diseño original. Posteriormente, ya in situ, se rescataron restos y piezas del primitivo faro, las cuales fueron llevadas al Museo Marítimo de Ushuaia, donde permanecen. Finalmente, el faro fue construido en Francia, desmontado y vuelto a montar en su emplazamiento original; su luz fue encendida el 26 de febrero de 1998.

Interior del faro. Foto: Butterfly voyages, 2008.

Curiosamente, el antiguo faro fue declarado Monumento Histórico Nacional de 1976 y derogado en 1999 por el traslado de los restos al Museo Marítimo de Ushuaia. No obstante, ese mismo año los emplazamientos del faro y del puerto de San Juan de Salvamento fueron declarados Lugares Históricos Nacionales.

Réplica situada en el Museo Marítimo de Ushuaia.

Existen dos réplicas del Faro del Fin del Mundo. Una se encuentra en el Museo Marítimo de Ushuaia, en cuyo interior se recrea la vida de los torreros, los trabajos arqueológicos de la zona y las partes recuperadas del primitivo faro. La otra se encuentra en la costa de La Rochelle, en Francia, el lugar desde donde el Faro del Fin del Mundo, lejos de ser olvidado, volvió a iluminar las costas de la isla de los Estados.

Réplica del faro en La Rochelle. Foto: Remi Jouan, 2009.

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