Arte y patrimonio

Beethoven: referente heroico

Este año se celebra el 250 aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven (nacido en Bonn, en diciembre de 1770). Con gran parte de las actividades del “Año Beethoven” en suspenso por la crisis sanitaria y reprogramadas en breve (conciertos, festivales, exposiciones, etc.), desde culturapedia.com nos sumamos con este simbólico y sencillo homenaje.
Montaje en Bonn por el 250 aniversario de Beethoven. Foto: I. Fassbender (AFP).

Como referente, Beethoven es el principal motor y guía de la música occidental. Su lenguaje es universal. Va dirigido a la humanidad con tal fuerza interior que, al conmover los sentimientos, consigue que todos nos unamos en un solo canto y respiremos un aire de libertad jamás expresado musicalmente.

¿Cómo lo consigue? Porque es el primer compositor que se propone que su música hable de él. Y, para ello, cambia el concepto de artista que, de estar a disposición de un mecenazgo aristocrático, pasa a ser un genio creador, un héroe. Con humildad, sin anteponer una actitud soberbia, déspota o prepotente (como en algunas ocasiones se nos ha representado) Beethoven desnuda su alma y nos ofrece un gran regalo: su música, su ser.

Escultura de Klaus Kammerichs: Beethon (1986) en Bonn.

Su heroicidad queda reflejada en toda su música, aun careciendo del sentido auditivo, es capaz de crear, crear y crear lo inexplicable musicalmente. Cuando se escucha, por ejemplo, el segundo movimiento de su 7ª sinfonía en LaM, Op. 92, apreciamos esos matices internos y personales.  Observamos como, con escasos recursos melódicos, armónicos e incluso, económicos, surge la magia. Ni que decir tiene la escucha del cuarto movimiento de su 9ª sinfonía en rem, Op. 125, su famosísima Oda a la alegría.

Con Beethoven surge el milagro

Al cumplir 22 años, en 1792, se traslada definitivamente a Viena, donde pasa el resto de su vida. Ya entonces, Viena era la metrópoli de la música y allí madura como persona y como músico. A los ocho años de vivir en la ciudad, tiene serios problemas auditivos, lo que le lleva a redactar, desesperado y con ánimo tal vez del suicidio, el Testamento de Heiligenstadt, un documento encontrado después de su muerte, entre los papeles en su última casa.

Detalle de una partitura original de Beethoven donde se aprecia, en la parte superior derecha, su firma: BTHVN.

A los 45 años (1815), su sordera ya es total y ha de comunicarse apuntando notas en un cuaderno. Los numerosos problemas personales por los que atraviesa no le van a impedir, en absoluto, refugiarse en la música, y gracias a esta introspección personal y romanticismo que lleva dentro, nos va a mostrar el mejor Beethoven jamás conocido. A partir de ese momento será el principal guía musical para todos los compositores venideros y para todo el mundo.

Beethoven, nuestro héroe

De principios del siglo XIX es su 3ª sinfonía en MibM, Op. 55, la llamada “Eroica”, rebosante de fuerza y brío. Con un matiz impulsor de heroicidad política en la figura de Napoleón, al que iba a ser dedicada (quería titularla “Bonaparte”), finalmente no fue así al autoproclamarse emperador de Francia en diciembre de 1804.

Beethoven ve en Napoleón la figura de Prometeo, el titán, a quien los griegos presentaban como un espíritu sublime, que devolvió el fuego a los humanos y con ello, su salvación. La heroicidad de Napoleón por derrotar el Antiguo Régimen y su personalidad prometeica queda bien expuesta en el último movimiento de esta 3ª sinfonía. Movimiento donde Beethoven recupera un tema musical de su ballet Las Criaturas de Prometeo compuesto en 1800 para honrar a la emperatriz María Teresa, segunda esposa de Francisco de Austria. La figura de Prometeo como héroe y salvador de la Humanidad será ocupada, a partir de ese momento, por Beethoven.

Mural dedicado a Beethoven en Bonn (Alemania) con motivo del 250 aniversario del compositor. Foto: Leon Kuegeler (Reuters).

Más allá de los conflictos internos por los que tuvo que atravesar, la heroicidad beethoveniana queda patente en sus composiciones, muy especialmente en sus siete últimas sinfonías, gestando así el milagro que hemos señalado anteriormente: la ruptura con el pasado social y musical del artista. Lo importante ya no será la forma, la simetría o el equilibrio, sino el contenido de la obra.

Si Beethoven, hombre formado en las ideas de la Ilustración en la moderna Universidad de Bonn, confiaba en Napoleón y éste le defraudó traicionando los principios de la Revolución de 1789, no le defraudemos nosotros y agradezcamos a un héroe más el haber existido, el haber identificado que la música es de los mejores medios transmisores o, el mejor, de felicidad.

Más allá de vientos huracanados por los que tengamos que atravesar, volvamos a nuestro referente, a Beethoven, a su música. Si el arte es vida, él la supo vivir con fortaleza y dignidad, con ímpetu y constancia. Vivámosla nosotros también creando con libertad y progreso todo aquello que somos, todo aquello que queramos llegar a ser.

Gracias, genio, gracias héroe.

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