Su papel durante la ocupación nazi
Rose Valland (1898-1980) empieza a trabajar como voluntaria en el Jeu de Paume en 1932, ocupándose del catálogo de las colecciones, y colaborando en el montaje de quince exposiciones internacionales, además de publicar diversos artículos en revistas y periódicos de arte.
En 1936, ante la sospecha de una guerra inminente, Francia prepara un plan logístico de protección de obras de arte, llevado a cabo por el futuro director de los museos nacionales, Jacques Jaujard. Rose Valland participará en este plan de salvamento, en el que se crean listas de castillos, abadías, monasterios, planes de evacuación, e itinerarios definidos para guardar obras de arte. Gracias a ello, en 1938, cuatro camiones cargados de obras saldrán de París.
Cuando por fin es contratada en 1940, y los alemanes irrumpen en el museo, Valland es la única persona que conserva su puesto ya que, al tener una apariencia austera, introvertida y responsable, éstos no la ven como una amenaza, y mucho menos pueden imaginar que habla alemán.
Durante los cuatro años de ocupación, “el personal especial del arte pictórico” de los territorios ocupados, nombrado por Hitler, hizo un saqueo de obras en toda Francia, en los museos y colecciones privadas, especialmente en las de los judíos deportados. El Jeu de Paume se convertirá entonces en el almacén de estas obras expoliadas, recibiendo a menudo la visita de los altos cargos del III Reich.
Las obras, a veces robadas para enriquecer sus colecciones personales, otras para ser vendidas o quemadas por considerarse “arte degenerado”, se exponían para que hombres como Hermann Göring, creador de la Gestapo, y el mayor ladrón nazi de obras de arte, eligieran sus favoritas.
Ante este ir y venir de obras, Valland, además de conservadora y guardiana del lugar, será también una espía, e irá informando al gobierno y a los aliados, de todos los movimientos relacionados con ellas. Arriesgando su vida y trabajando día y noche, la conservadora, gracias a las escuchas de las conversaciones de los altos cargos, y a la recuperación e identificación de etiquetas y cartones, tirados a la basura, anotará todos los detalles de cada obra: título, autor, procedencia, destino, nombre de los agentes y los transportistas, marcas de cajas y números y datos de los convoyes.
En 1944, poco antes de la liberación de París, Rose se entera de que el jefe de las operaciones de expolio, el Baron Kurt Von Behr, quiere trasladar a Alemania el máximo número de obras posible. Entre ellas, se incluirían también pinturas de arte moderno (Picasso, Degas o Gauguin), apartadas ya anteriormente del resto, por no adaptarse a las ideas y gustos del III Reich.
Siguiendo su labor de espía, consigue mandar toda la información detallada a la resistencia, y a James Rorimer, jefe de los Monuments Men, grupo de expertos artísticos enviados por Roosvelt, cuya labor era también la localización y restitución de obras.
El tren 40044 saldría de Aubervilliers, en los suburbios de París, con 148 cajas llenas de obras, distribuidas en 5 vagones, a los cuales se añadirían 48 más, con muebles y objetos personales de los deportados. Debido a las huelgas y averías tramadas por el personal ferroviario, para frenarlo, los soldados de la resistencia tienen tiempo para idear el descarrilamiento de dos trenes a la altura de Aulnay-sous-bois. Esta hazaña, consigue frenar el tren definitivamente, ante la frustración y la impotencia de los soldados alemanes.
Recuperación de obras
El 24 de noviembre de 1944, se creará la Comisión de recuperación artística, cuya misión consistirá en la recuperación de objetos y obras de arte, con el fin de devolverlas a sus propietarios. Rose Valland será la secretaria de esta comisión, nombrada en 1945 capitana de la armada francesa, y se convertirá en la intermediaria entre la comisión y el gobierno francés de Alemania.
La resistente del Jeu de Paume recorrerá, hasta 1954, sin descanso y en uniforme, las ruinas alemanas y de los países ocupados, en busca de las obras robadas. Así pues, siguiendo un plan exhaustivo creado por ella, se centrará primero en estudiar las cajas ya recuperadas y custodiadas por los aliados.
Su tarea, además, será negociar la repatriación con los diplomáticos de esos países, arriesgándose incluso a recuperar ella misma algunas obras. Ejemplo de ello es su acceso clandestino a la residencia de Göring, donde recuperó dos leones de granito y, consiguiendo un camión, un chófer y grava para esconderlos, pudo pasar la frontera soviética y llegar a Berlín.
Su empeño y obsesión por recuperar el patrimonio, contribuirán a la localización y repatriación de 60.000 obras de arte, aunque su trabajo no será lo suficientemente reconocido. A pesar de ser nombrada conservadora de los museos nacionales en 1952, y recibir varias condecoraciones, caerá en el olvido.
Serán algunas obras posteriores, como su libro El Frente del Arte, publicado en 1961, o la película El Tren, de 1964, las que la sacarán de su anonimato. También se puede destacar su biografía, Rose Valland: la resistencia en el museo, de 2006, el cómic Rose Valland: capitana de Bellas Artes, de 2009, y la película Monuments Men, de 2014, entre otras.
Para saber más (recursos electrónicos):
https://fr.wikipedia.org/wiki/Rose_Valland