Treinta y cinco años y parece que aún fue ayer cuando los amigos y la familia nos juntábamos ante el televisor para jugar al “Mario” y saltar sobre tortugas, peces y setas andantes; lanzar fuego sobre plantas; y adentrarse entre tuberías por pantallas y mundos del Reino del Champiñón.
Todo ello con la finalidad de salvar a una princesa (Peach, también conocida como Toadstool) de las garras de Bowser, el gran archienemigo de Mario, un monstruo en forma de tortuga punky, con cuernos en el caparazón y la cabeza, pulseras de pinchos y pelo rojo como el juego.
De Popeye, a carpintero y fontanero
En los orígenes, la idea primordial de Nintendo era crear un videojuego en el que Popeye fuese el protagonista. Un personaje famoso siempre tiene más tirón, pero la compañía no consiguió los derechos de autor.
Tras ese revés, Nintendo creó su propio mundo de la mano de Miyamoto, lanzando Donkey Kong (1981), donde el héroe ya vestía de mono rojo y azul, gorra y bigote. Se conocía como Jumpman y era carpintero.
Dos años después, salía la versión recreativa de Mario Bros. (1983), creada por Shigeru Miyamoto, junto a Gunpei Yokoi, donde se dotó de personalidad y profesión al héroe: nacía así Mario, el fontanero. Un personaje con una profesión de cuello azul que, como diría Miyamoto en una entrevista “sea una especie de representante de todos”.
En este primitivo juego ya aparecían muchos de los elementos que perdurarán a lo largo de la saga, como las tuberías, las monedas, las tortugas, así como que Mario no sufre daño al caer de gran altura.
La revolución de los videojuegos
El salto se produjo dos años después, en 1985, con el lanzamiento en Japón de Super Mario Bros. para la consola FAMICOM (en EEUU también fue ese año, para la NES, y en Europa en 1987). Su pronta fama no vino de la nada, y es que el juego revolucionó el concepto del videojuego hasta la fecha, tanto en técnica como en jugabilidad.
Hasta entonces, las pantallas eran estáticas, los personajes pequeños y con poca capacidad de movimientos. Mario rompió todas esas reglas: agrandó al héroe y permitió modificar el salto en el aire, con lo que la pericia del jugador se tenía en cuenta; y las pantallas se desplazaban horizontalmente (el conocido scroll lateral), dando gran sensación de amplitud en los diversos niveles.
Creación e influencias de Mario
Los artífices de Mario Bros. fueron, el ya conocido Miyamoto, y Takashi Tezuka. Ambos diseñaron los 32 niveles del juego a mano, dibujados en papel cuadriculado, que luego se lo pasaban a los programadores.
Los autores pretendieron hacer un juego de aventuras coherente, y lo consiguieron. Crearon la típica historia con héroe, princesa y villano, con muchas influencias de la cultura popular; como los champiñones con efectos misteriosos de las leyendas y cuentos japoneses, Jack y las habichuelas mágicas, el rey Buey de la película Alakazam el Grande, e incluso el videojuego Balloon Fight.
La música, otra de las características más reconocidas del juego, fue realizada por K?ji Kond?. El compositor usó sonidos e influencias de temas contemporáneos, como el “System Marian” de The Square (1984), para el tema principal, “Lets not talk about” de Friendship (1979), para los mundos subterráneos, o “Fighter” de Summer Breeze (1983), para el sonido durante la invencibilidad.
Mario, icono de la cultura popular
Mario se ha convertido en uno de los personajes más reconocidos y reconocibles de la cultura popular. Ha sido considerado como uno de los mejores videojuegos en diversos rankings especializados, como EGM o IGN. Además, en Japón es el videojuego más vendido de la historia, con 7 millones de copias (superado recientemente solo por Animal Crossing: New Horizons) y en todo el mundo ha vendido cerca de 40 millones de copias.
Tras aquel Super Mario Bros., Nintendo estableció a Mario como mascota y principal personaje, apareciendo en decenas de títulos para todas las consolas que ha desarrollado. Así, después de 35 años, el fontanero más famoso del planeta se ha adaptado a los tiempos de los 3D y de Internet sin perder la esencia de los saltos y de las plataformas.
