Arte y patrimonio

Un Miró subastado en once minutos

La reconocida casa de subastas Sotheby’s ha vendido diversas obras de reconocidos artistas, entre las que se encuentra un autorretrato de Rembrandt y la obra de Joan Miró 'Peinture (Femme au chapeau rouge)'.

Más de 70 obras fueron incluidas en la subasta del martes 28 de julio de 2020. Muchas, pequeñas obras (si se le pueden considerar como tal) de reconocidos autores como Picasso, Chagall, Kandinsky, Giacometti o Bansky. De todas ellas destacaban dos, un autorretrato de Rembandt y una mujer con el sombrero rojo de Miró, que fueron vendidas por 16 y 24,6 millones de euros respectivamente.

La conquista de Rembrandt

El llamado Autorretrato con collar y sombrero negro, fue realizado por el maestro neerlandés a finales de 1632. Por aquel entonces, Rembrandt contaba con 26 años y acababa de establecerse en Ámsterdam, donde empezaba a disfrutar de su éxito pictórico.

Foto: Handout/AFP.

En la imagen, Rembrandt aparece con una inusual vestimenta formal, lo que ha dado lugar a inspirar que el lienzo se pintase para ser mostrado a los padres de Saskia, su futura musa y la mujer con quién contraería matrimonio en 1634.

Rembrandt pintó a lo largo de su carrera unos 80 autorretratos, por lo que es uno de los artistas más (auto)reconocibles de la historia del arte, junto con Frida Khalo. Todos ellos se encuentran en las más importantes pinacotecas del mundo, excepto tres, que están en manos privadas, como el que se adquirió en la presente subasta de Sotheby’s por más de 16 millones de euros.

Once minutos de puja para Miró

Aunque el Autorretrato era la pieza estrella de la subasta, un invitado inesperado y tímido, como el propio pintor, apareció en escena. La Peinture (Femme au chapeau rouge) alcanzó los más de 24,6 millones de euros en una puja que apenas duró once minutos. Con tal cantidad de dinero, el cuadro del artista catalán se convierte en la obra con el mayor precio pagado en una casa de subastas europea esta temporada.

Foto: Neil Hall (EFE/EPA).

El lienzo, que perteneció al artista y amigo de Miró Alexander Calder, fue realizado en 1927 y forma parte de las conocidas como “pinturas oníricas”, las cuales se adentran en el inconsciente, coincidiendo con las directrices del surrealismo.

Esta serie de obras se caracterizan por situar una gran multitud de formas, símbolos y líneas sobre un espacio de color azul intenso. Todo ello se conforma a través de la reducción a tres elementos esenciales: la línea, el color y la composición, a partir de los cuales construirá su propio cosmos. En esta serie es donde se inicia el legado más importante y reconocible del pintor.

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