Historia

Teorías de la conspiración: estas son algunas de las más inverosímiles relacionadas con la epidemia de gripe de 1918

La mal llamada gripe española de 1918 dejó millones de muertos en todo el planeta. Muchos trataron de explicar las causas con teorías de las que no existía ninguna prueba.

Las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información (TIC) han sido la base para grandes y muy positivos cambios. pero, como todo avance, también tienen sus puntos negros. Uno de ellos, cada vez más evidente, es que ha servido de altavoz para difundir informaciones falsas, bulos y fake news. Algunas de ellas son ya clásicos, como que el ser humano nunca pisó la Luna; otras, son más novedosas o han cogido fuerza en los últimos años, como, por ejemplo, que la Tierra es plana, que la tecnología 5G tiene como objetivo controlar la mente humana o que el coronavirus no existe o, si existe, no es tan peligroso como nos muestran los medios de comunicación y los gobiernos.

Todas estas “teorías” tienen en común algunos elementos. Uno de ellos es la firme convicción de que alguien, por alguna perversa razón, nos esconde la verdad. La segunda, que, a pesar de su popularidad, han sido desmentidas o no cuentan con ningún tipo de respaldo científico. La Comisión Europea las define como la creencia de que ciertos eventos o situaciones son manipulados en secreto detrás de escena por fuerzas poderosas con intenciones negativas.

Lamentablemente, aunque hoy se expanden mucho más rápido, ideas de este tipo han sido frecuentes a lo largo de la historia. De hecho, el sociólogo británico Karl Popper popularizó el término en un sentido peyorativo. En su obra, Las sociedad abierta y sus enemigos (1945), señaló que teorías de este tipo se encuentran las bases de los regímenes totalitarios del siglo XX.

La gripe de 1918 y la necesidad de encontrar culpables

Las teorías de las conspiración siempre han encontrado un mejor caldo de cultivo en épocas de crisis, catástrofes y dificultades. La razón es sencilla: la necesidad de encontrar explicaciones sencillas y comprensibles a fenómenos que, en realidad, son muy complicados, como una forma de combatir los miedos y las incertidumbres. Esto se consigue dividiendo, por ejemplo, dividiendo el mundo en «buenos» y «malos», ya sea por origen, etnia o filiación política.

Con estas características, es lógico que las teorías de la conspiración hicieran acto de presencia cuando ocurrió la gripe de 1918. Ante los miedos generados por un fenómenos que dejó millones de muertos en el mundo, muchas personas trataron de encontrar causas y responsables claros. Y, de ello, sacaron provecho algunos gobiernos para expandir ideas y señalar como culpables a países enemigos, con el objetivo de enardecer el ánimo de las masas y crear un clima de hostilidad hacia ellos. Algo muy importante en un momento en el que la I Guerra Mundial todavía estaba viva. De este contexto, surgieron algunas ideas sin ningún sustento ni pruebas que fueron tomadas como ciertas.

Alemania no solo fue considerada la culpable de la I Guerra Mundial, sino que también se le atribuyó la responsabilidad de epidemia de gripe que sacudió el mundo (Fuente: PxHere)

Las aspirinas de Bayer y el complot alemán

Durante la pandemia de 1918, un mito popular en Estados Unidos y Reino Unido fue que la pandemia estaba relacionada con el uso de aspirina producida por la compañía farmacéutica alemana Bayer. En un contexto en el que ambos países habían luchado en la Gran Guerra contra los alemanes, esta idea caló en gran parte de la población. De hecho, tanto fue así que la sucursal estadounidense de Bayer tuvo que lanzar un comunicado al respecto, afirmando que la fabricación de tabletas y cápsulas de aspirina de Bayer se encontraba completamente bajo control estadounidense.

Un arma de la guerra biológica

Otro bulo que se extendió como la pólvora en algunos países fue que la gripe de 1918 fue un arma diseñada como un arma biológica. Esa es la explicación que en su momento dio un periódico brasileño, que sugería que el virus se propagó por todo el mundo a través de submarinos alemanes.

Otras teorías afirmaban que la llegada a Estados Unidos se debió a que los barcos alemanes que desembarcaron en la costa este del país habían liberado el agente infeccioso a la atmósfera.

La culpa es de los extranjeros

Una de las pautas más comunes en las teorías de la conspiración es la de achacar culpar de algún problema a otros países o etnias. Algo que muchas veces se refleja en las denominaciones de los fenómenos. Esto ocurrió en 1918, cuando se extendió el nombre de «gripe española». Sin embargo, la enfermedad no se originó en España.

Según un artículo de investigación publicado en Clinical Infectious Diseases en 2008, el nombre surgió «probablemente debido a la desinformación que rodea a las noticias sobre el origen de la epidemia«. Además, al ser este un país neutral en la guerra era más fácil observar la gente que moría por el contagio, mientras que en otros territorios, esas muertes se achacaban a la guerra o a sus efectos.

A pesar de que este nombre se popularizó, no fue el único. Por ejemplo, en España se utilizó la denominación de «gripe francesa”, posiblemente porque los trabajadores temporeros españoles viajaban hacia y desde Francia en tren, lo que llevó a las autoridades españolas a creer que habían “importado” el virus de Francia.

En Brasil, en parte vinculado al hecho señalado antes, se le llamó «gripe alemana«; en Polonia, se señaló como “la enfermedad bolchevique”, y en Senegal, “la gripe brasileña”. Todo ello reflejaba cómo en cada país se trató de culpabilizar de la pandemia a algún país considerado enemigo.

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