Arte y patrimonio

Artistas francesas de 1780 a 1830: autorretratos reivindicativos

Algunas, artistas de la corte, otras, artistas independientes. Todas ellas mostraron en sus retratos y autorretratos grandes cualidades, que les permitirán tener una clientela propia, ser reconocidas y vivir de su profesión, a pesar de las críticas.
Autorretrato Elisabeth Vige?e Le Brun, 1800.

Artistas de la corte

En la corte absolutista de Luis XVI, (1774-1792), donde el poder del rey venía de la divinidad, y el de la mujer quedaba relegado a un segundo plano, hubo dos artistas que consiguieron destacar: Elisabeth Vigée le Brun et Adélaïde Labille-Guiard.

Ambas fueron admitidas en la Academia Real de pintura en 1783, cuando ya eran bastante conocidas, decisión que suscitó controversia y miedo a la feminización” de las bellas artes, y a la desaparición de la pintura de historia, que exaltaba los valores nacionales.

 Además el “sexo débil” no tenía acceso al estudio del desnudo, y las escuelas mixtas estaban prohibidas. A pesar de ello, estas dos artistas mostrarán y fomentarán su profesión de una manera digna, sin buscar la aprobación del espectador.

En el caso de Vigée le Brun, que tuvo el favor de María Antonieta antes de la Revolución, sus retratos tanto a hombres como a mujeres de la aristocracia, y sus autorretratos realistas e innovadores, siguiendo a veces la moda de la corte, y enseñando los dientes de manera burlesca y provocadora, demuestran que es ya una artista reconocida, y que poco le importan las críticas. Un ejemplo de ello es su autorretrato pintando a la emperatriz María Feodorovna, realizado cuando ya había emigrado a la corte rusa.

Labille Guiard con dos alumnas, 1785.

La misma profesionalidad y dignidad vemos en las obras de su compañera, Labille-Guiard, alumna de Joseph Sauvée, uno de los primeros pintores en aceptar mujeres en su taller. En el autorretrato con sus dos alumnas, Labille se muestra como pintora y profesora a la vez, siguiendo el estilo de la corte, vestida elegantemente, con sombrero de pluma y con pinceles y paleta en mano, haciendo una pausa en su trabajo. Destaca su gran habilidad y perfección en el tratamiento de la ropa, de la luz y del detalle. La artista nos mira de manera digna, confirmándonos cuál es su profesión, pero sin buscar aprobación.

Después de la Revolución

En 1791, ya en plena Revolución, el primer Salón libre abrió en Francia, aunque no fue hasta 1794 cuando a las mujeres se les permitió acceder.

Autorretrato de Constance Mayer, 1801.

La nueva era republicana, que trajo los principios de universalidad e igualdad de los individuos, permitió que a las artistas se les tratase y se las considerase igual que a los hombres. Frases como “mujer extraordinaria” o “milagro de la naturaleza”, para referirse a ellas, desaparecieron, ya que no concordaban con estos principios jurídicos y racionales.

Se abrió un espacio de posibilidades para la mujer, en el que se la empezó a considerar como artista. A partir de ese momento, abrieron cada vez más talleres, enseñaron dibujo y pintura, tuvieron cada vez más clientes, participaron más en los salones, y pudieron decir sin miedo: “Soy artista, es mi profesión”.

Autorretrato de Guillemine Benoist, 1790.

Sus autorretratos jugaron un papel primordial en la reivindicación de su profesión, y a través de ellos se presentaron al público y a su clientela, de una manera digna y profesional, adoptando el estilo neoclásico del momento y las influencias del pasado.

 Algunas se representaron como personajes femeninos del mundo de la mitología y de la literatura, otras lo hicieron de manera más realista y a veces muy sobria, para dejar claro que su pintura no se debía calificar de “femenina” y “agradable”. También hubo artistas que se retrataron con sus utensilios de trabajo: pinceles, paleta, y objetos a su alrededor, a través de los cuales quisieron justificar que eran cultas y competentes en diversas disciplinas.

Autorretrato de Ade?le Romane?e, 1799.

Constance Mayer se autorretrató inspirándose en la iconografía clásica y vestida al “estilo imperio”. Sin justificarse ni reafirmarse, destaca sobre un fondo neutro sin perspectiva, mostrando cierta melancolía propia ya del romanticismo. No fue el caso de Marie-Guillemine Benoist, ganadora de una medalla de oro en 1804, quien decidió mostrarse vestida con una toga pintando a su maestro, Jacques-Louis David, del cual le vendrá el gusto por el clasicismo. Adèle Romanée, prefirió retratarse enseñando una de sus obras ya terminadas, con partituras en primer plano, y pinceles y paleta a un lado en penumbra.

Marie Bouiliar como Aspasia, 1794.

Uno de los ejemplos más característicos es sin duda el de Marie Bouliard, que se atrevió a autorretratarse como Aspasia, famosa por ser pareja de Pericles y rodearse de filósofos como Sócrates. La artista, mirándose en el espejo, identificándose con esta mujer adelantada a su tiempo y enseñando un pecho a través del peplo, desafió a la moral y al mundo artístico de la época, sin necesidad de mostrar sus utensilios de trabajo.

Autorretrato de Julie Duvidal, 1819.

Otras optaron por seguir un estilo trovador y orientalizante, promovido por las expediciones en países africanos, y la visión exótica e idealizada que los artistas tenían de ellos. Es el caso de Julie Duvidal, cuyo retrato sigue estas características, y tiene influencias de la Edad Media y el Renacimiento.

La artista se autorretrató dentro de una especie de caverna, con turbante al estilo de La Gran Odalisca de Ingres, La Fornarina de Rafael, o de obras de Elisabetta Sirani. Con elegancia y perfección, prestando mucha atención al detalle de la vestimenta, utilizando colores primarios, aparece simplemente posando, sin justificarse, como si fuera incluso una de sus clientas.

Herodi?as con la cabeza del bautista, Elisabetta Sirani, XVII.

En definitiva estas obras jugaron un papel reivindicativo importante, que influirá en artistas posteriores, también de otros países, dando paso progresivamente a la emancipación y dignificación de la mujer artista.

Para saber más:

www.museeduluxembourg.fr
www.mujeresenlahistoria.com
www.elestudiodelpintor.com
www.petitgalerie.louvre.fr
www.fr.wikipedia.org
www.lavanguardia.com/historiayvida/edad-moderna

2 comments

  1. Me encanta el artículo. La verdad es que no conocía a muchas de ellas y ha sido un bonito viaje ir descubriéndolas a medida que disfrutaba de sus autorretratos.

  2. Muchas gracias, sí la verdad es que artistas se conocen muy pocas, es bueno empezar a reivindicarlas 🙂

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