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Necroturismo en España: una forma diferente de conocer un lugar

La visita a las ciudades de los muertos o necroturismo es ya una tendencia en Europa y se va haciendo hueco en las rutas turísticas españolas. Arquitectura, escultura, historia, creencias, genealogía y mucho más, en un paseo alejado de masificaciones.
Una de las calles laterales del cementerio Monumental de Milán (Italia). Foto: Txema Gil, 2019.

La muerte es la única certeza de la vida. Sabemos que tarde o temprano, todos vamos a morir: ricos, pobres, altos, bajos, mujeres, hombres… A todos nos llega, aunque nos encantaría encontrar la fuente de la eterna juventud. Ocultamos los estragos del tiempo en nuestro cuerpo, aparcamos a los ancianos en residencias y finalmente, depositamos los cuerpos inermes en esos lugares apartados llamados cementerios. Aunque bien es cierto que las cremaciones en los últimos años han ganado terreno, aún está instalado en nuestro subconsciente el deseo de prevalecer a través de nuestras obras,  nuestro linaje, nuestros escritos e incluso de nuestra lápida, de nuestro mausoleo.

Los cementerios son una muestra de la vanidad del ser humano

Los nobles y eclesiásticos se hacían enterrar en monasterios, iglesias y catedrales. Los burgueses, que socialmente no podían acceder a dichos lugares, compitieron por la eternidad en los cementerios, con grandes mausoleos esculpidos por los mejores artistas de la época, especialmente en el siglo XIX, la época del Modernismo. Y usaron una simbología muy específica: las aves nocturnas como el búho o el murciélago que representan la noche eterna; la flor de la adormidera que nos recuerda que el ser humano duerme para siempre; las lámparas votivas con llamas encendidas que recuerdan la eternidad del alma; las letras griegas alfa y omega, que nos recuerdan el principio y el fin de todas las cosas; las coronas “siempre vivas” de piedra o metal, el recuerdo que perdura.

Ejemplo de simbología en un mausoleo del cementerio de Valencia. Foto: http://museodelsilencio.com

Hoy en día el viajero, visita las iglesias y observa los grandes personajes en ellas enterrados. Sin ningún rubor ni recato, fotografía y pisa tumbas de papas, condes, reyes, artistas y literatos, obispos… Con naturalidad.

¿Por qué no visitar entonces los cementerios? Dicen mucho de la vida, las creencias  y las costumbres del lugar

Y no hay zombies por las noches, no se levanta nadie de sus tumbas para atormentar a los vivos. Eso queda bien para Walking Dead, pero nada más.

Os proponemos que en la planificación de vuestros viajes, no lo paséis por alto, incluidlos en vuestras rutas, marcadlos en vuestros mapas. ¿No estáis hartos de las grandes aglomeraciones en los destinos más visitados? ¿No buscáis nuevas experiencias de viaje? Son paseos tranquilos, silenciosos, agradables y muy instructivos, auténticos museos al aire libre. Y no solo me refiero a los de las grandes ciudades. Todos los pueblos y localidades tienen uno y os puedo asegurar que se aprende muchísimo de la realidad del lugar en el que te encuentras. No es morbo, no es macabrismo ni es una moda neogótica, no queremos hacer rituales satánicos, no somos ladrones de tumbas… Pretendemos conocer a fondo dónde nos encontramos ¿No viajamos para eso?

Alguno de los más famosos cementerios lo son por las personas que en ellos se encuentran enterrados, pero otros lo son por la gran cantidad y calidad de sus mausoleos y esculturas hechas por los más grandes artistas del XIX. Veamos una pequeña muestra de algunos de los ejemplos más significativos de España.

Vista general de algunos mausoleos del cementerio de Valencia. Foto: http://museodelsilencio.com

En Valencia por ejemplo está muy presente Mariano Benlliure, Boix, Bolinches, Cortina, Martorell, etc. Levantaron y embellecieron tumbas grandiosas como las del marqués de Sotelo, el marqués de Campo, la pirámide de la familia Llovera, la familia Moroder, etc. y otras más modestas pero no menos significativas como la de Blasco Ibáñez, Sorolla, Nino Bravo, Maximilià Thous… La web El Museo del Silencio de Rafael Solaz propone rutas y actividades muy interesantes.

Vista aérea del cementerio de Montjuïc en Barcelona. Foto: https://www.bcncatfilmcommission.com

En Barcelona destaca en una ladera con vistas al mar, el cementerio de la montaña de Montjuïc donde la burguesía catalana quiso demostrar su poderío económico y social a través de su propio recuerdo tras la muerte. Son moradas eternas de alto standing con unas vistas privilegiadas para aquellos que nada pueden ver ¡Qué incongruencia! Las más destacadas son las de las familias Amatller o Batlló, con el estilo Modernista como principal protagonista de los mausoleos (al igual que fueron sus casas del paseo de Gracia). Una de las mejores vistas de la ciudad, sin las aglomeraciones de las Ramblas ni el ruido del tráfico de la Diagonal. Y un goce para los sentidos artísticos de los que aún podemos disfrutar de la vida paseando entre los muertos.

Cementerio de los Ingleses de Madrid. Foto: Edescas.

En Madrid o en Santander, encontramos los cementerios de los Ingleses o Protestantes, debido a que en épocas pretéritas no se permitía en camposantos sepultar a miembros de otras religiones, al ser considerados herejes. En el observamos otra simbología, otros rituales, otra forma de tratar el “corpore in sepulto”.

Cementerio de los Ingleses en Camariñas. Foto: Turismo de Galicia.

El cementerio de los Ingleses en Camariñas es especial para los coruñeses, pues en la Costa da Morte los habitantes recogían a los cuerpos encontrados en la costa víctimas de los naufragios, a menudo irreconocibles. Se ha convertido en un lugar de peregrinaje para muchas familias que perdieron a sus seres queridos en el mar.

Cruces de piedra del cementerio alemán de Cuacos de Yuste en Cáceres. Foto: La Aventura de la Historia, nº. 219.

El cementerio Alemán de Cuacos de Yuste en Cáceres sorprende por su localización (en medio de La Vera) como por la procedencia de los cuerpos enterrados: soldados alemanes de la primera y segunda guerra mundial, cuerpos procedentes de naufragios y “accidentes” aéreos. Cruces oscuras de piedra recuerdan los nombres y graduaciones. Y muy cerca, a quinientos metros, del lugar de retiro y expiración del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos V.

En resumen, una forma alternativa de conocer los lugares que se visitan, donde rendir honores a los antepasados, disfrutar del arte, de la paz y la tranquilidad y en ocasiones, de vistas magníficas.

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