Arte y patrimonio

Genovés, mucho más que un abrazo

Genovés es considerado uno de los principales grandes artistas plásticos de nuestro tiempo. Implicado en los movimientos obreros de la Transición, es autor de una obra que marcó una época: El abrazo. Pero su trayectoria es mucho más que un gesto.

Juan Genovés Candel nació en València en 1930. Fallecido recientemente, se formó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos en su etapa de juventud. Durante su período de formación, visitó Madrid entre otras ciudades, donde conoció a los grandes maestros de la pintura.

Esos mismos años conoció otros autores con los que compartirá amistad, inquietudes y estilos. Desde joven se unió a algunos de ellos y formó parte de diversos grupos de artistas como Los Siete (1949-1954), el Grupo Parpalló (1956-1960) y el Grupo Hondo (1961-1964), donde su arte empezó a ser reconocido. No obstante, tras la disolución de este último, Genovés atravesará una crisis abandonando temporalmente la pintura.

Momento de Transición

Ante la situación sociopolítica que devenía en España, Juan Genovés decide implicarse activamente en los movimientos obreros emergentes e intenta plasmar esa realidad en sus obras. Es la etapa de mayor reconocimiento del autor, marcada en su inicio por su exposición individual en la Biblioteca Nacional, en Madrid, en 1965 y culminada con El abrazo, su obra más conocida y considerada icono de la Transición.

Dentro o fuera, 1967.

Genovés inicia entonces una serie de obras que bien podrían incluirse en los movimientos de la figuración narrativa y el hiperrealismo, empleado para mayor acercamiento con el público no experto. Son cuadros donde el autor presenta la realidad política del momento a través de multitudes, sombras y represión, realizadas con unas tonalidades ocres y grises que recuerdan a las pantallas y los medios de comunicación coetáneos.

Estas tres realidades crearán un tipo de representación bien definido; la represión se muestra a través de figuras de gran tamaño, de espaldas (Contra la pared, Hombre colgado, 1965) o en posición de arresto (Seis jóvenes, 1975); las sombras, silenciosas y difuminadas, aparecen entre los manifestantes con sus sombreros (El detenido, 1968), sus porras (La paloma, 1972) o sus pistolas (El brazo, 1969).

La calle, 1969.

La tercera representación merece un receso. Las multitudes, esas imágenes realizadas con una realidad y dureza estremecedora a vista de pájaro, sobre fondos blancos; en paralelo, con diversas tablas que parten el lienzo; o dentro de un círculo, como si de un teleobjetivo se tratase, enfocando una serie de figuras en movimiento, corriendo, siempre huyendo (Aproximación, 1966, Dentro o fuera, 1967, La calle, 1969, Pintura (Gente corriendo), 1975, etc.).

La invisibilidad total del peligro hace, si cabe, que estas obras capten una esencia política; se huye de las sombras y de la represión. Estas composiciones a vista de pájaro será un recurso que Genovés empleará a lo largo de toda su trayectoria, conformando un estilo propio y reconocible.

Un abrazo

El abrazo, 1976.

No obstante, mucho antes de llegar a esas nuevas secuencias, Genovés realizará una de sus obras más significativas: El abrazo (1976), una obra clave en la historia del arte español por todo aquello que representó: un abrazo por el entendimiento y la amnistía. El abrazo fue la culminación de una época histórica y pictórica. Una obra en la que un simple gesto como un abrazo podía contener tanta carga política, que incluso conllevó al arresto del propio autor.

De la misma manera que él, el cuadro pasó cierto tiempo oculto en las bodegas del Museo Reina Sofía de Madrid hasta ser expuesto en una sala presidencial del Congreso de los Diputados. El lugar que le correspondía desde un primer momento, tal como diría Genovés, y donde el deseaba que estuviera. El lienzo, además, fue convertido en escultura en 2003, alzada para rendir homenaje a los abogados laboralistas de la calle Atocha, en Madrid.

Tiempos de calma…

Paisaje urbano: el monumento, 1985.

Tras este período de multitudes pictóricas y tiempos convulsos, Genovés entrará en una etapa de sosiego y tranquilidad. En la década de los 80, su arte cambia de registro, recurre a un tema urbano a través de 6 obras donde representa calles y escenarios vacíos (Paisaje urbano, 1983 y ss.). Se mostraba el “espacio del miedo”, producido por un golpe de estado que podría cambiar el devenir de un país.

En la década siguiente, Genovés se acerca a su etapa más informalista desde su juventud; en muchas de sus obras, sin olvidar los espacios urbanos, realiza nuevos paisajes a vista de pájaro donde incorpora luminosidad y cromatismo (Continuidad, 1990).

…y de multitudes

Arolario, 2018.

La última etapa del autor coincide, en cierta manera, con el cambio de siglo. En ella Genovés vuelve a su tema recurrente, el de las multitudes a vista de pájaro. Sin embargo, el cariz cambia de tonalidades. Atrás quedaron los ocres y grises de la Transición y aparecen colores en los escenarios, en las formas y en las ropas de la gente representada (serie Secuencias, etc.).

En estas Secuencias, como ya hizo 30 años atrás, Genovés volverá a representar individuos entre multitudes. El sentido de masa, de grupo, de clase, fue un concepto muy arraigado en los movimientos obreros asamblearios de los años 70. Por esa razón, en un mundo cada vez más globalizado e individualista, Genovés busca en la continuidad de su obra, una puerta abierta a la necesidad de comunidad, de formar parte de una masa en el que nos incluimos como individuo.

Genovés, con su mirada retrospectiva, nos muestra que el ser humano es un ser de sociedades, y necesita del apoyo y del valor de lo colectivo para poder sobrevivir.

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