Arte y patrimonio

De lo espiritual a lo necesario: el arte y su función

La pregunta de qué es el arte ha dado lugar a numerosas teorías a lo largo de la historiografía artística. Se podría generalizar con la cita de Dino Formaggio, para el cual el arte: “es todo aquello que el hombre denomina arte”.

La teoría sobre qué es el arte ha ido evolucionando a lo largo de los siglos en su misma definición: desde la capacidad de crear belleza hasta la misma creación artística y la valoración de la obra por ella misma y dentro de su realidad sociocultural.

Pero ¿para qué sirve el arte? La capacidad artística es una de los rasgos de la humanización (presente ya incluso en el neandertal). Es decir, desde sus inicios, el ser humano ha tenido la necesidad de representar, de querer expresar, de plasmar de alguna manera su realidad. Así la función del arte ha ido evolucionando y ampliándose a lo largo de los tiempos.

Bisonte reproducido en la cueva de Altamira.

La primera fue ritual y religiosa. Las primeras manifestaciones artísticas son de tipo cultural, y didácticas. El arte prehistórico tenía una voluntad espiritual y mágica, de invocación a los dioses, pero también una práctica y reflejo de su cotidianidad, como las escenas de caza.

El sentido de devoción y culto propio del arte antiguo, lo liga al poder político y religiosos. El arte clásico difunde su mitología pero además de eso elabora un canon de belleza que permanece hasta la actualidad en la palabra clásico. Así, el arte se convierte además en estética y adquiere una mayor funcionalidad política en Roma. La transmisión religiosa continúa con el didactismo propio del arte medieval que responde a una nueva doctrina. El románico crea un lenguaje para la nueva doctrina a nivel europeo. Cargado de simbología, el arte muestra el teocentrismo del momento.

Frontal de altar de la Seu d’Urgell, ½ siglo XII.

Pero es en el gótico donde se encuentra el origen de la modernidad, la apropiación del arte por el arte, la aparición de la obra privada y de su valor mercantil relacionado con nuevas clases sociales. Se trata de un arte al servicio del poder religioso pero también del civil. Se produce la primera humanización artística, expresión de sentimientos, cuyo aspecto se consolidará en la Edad Moderna. El renacimiento, pues, es la plasmación física (o visual) del humanismo, de una nueva corriente intelectual.

El barroco, sin duda, es el que reafirma la función propagandística. El arte como triunfo del absolutismo (en contra de otras formas de poder) y del catolicismo (en lucha contra el protestantismo). A la de ser imagen del poder le sigue la función contemplativa propia de las academias a partir del siglo XVIII. El coleccionismo y los museos refuerzan su carácter expositivo y de distinción social.

Plaza y basílica de San Pedro del Vaticano, Bramante, Miguel Ángel, Maderno, Bernini et al., 1506-1626. Foto: Jean-Pol Grandmont, 2011.

Los “neos” del siglo XIX reforzarán esa función propagandística con el surgimientos de los estados y nacionalismos modernos; pero a partir de la segunda mitad de siglo se inician otras intenciones artísticas que se consolidan en el siglo XX como son la denuncia (realismo social), la experimentación (impresionismo) y la personalidad propia (postimpresionismo). A la función utilitaria, máxima en arquitectura, se le suman la decoración y el valor económico (modernismo). Además, se cuestionan los parámetros de la belleza y surge la persuasión y la reflexión que requieren una observación activa del espectador: deconstrucción de la realidad (cubismo y abstracción), mirada al subconsciente (surrealismo), provocación (dadaísmo), función ideológica (constructivismo ruso), expresión del amor (simbolismo o naif), etc.

El viñedo rojo, Van Gogh, 1888.

No obstante, también la sociedad de consumo del siglo XX adopta el arte como propio (pop art). Se da una democratización artística por lo que al consumo del arte se refiere: música, cine, cómics,… El arte ya no solo se crea sino que se produce y se industrializa. Un arte que se burla de él mismo y de los que lo sitúan en el museo (arte povera). La transformación económica genera la publicidad y, en la actualidad, también el diseño, ambos fruto de ese camino artístico a lo largo de los siglos.

Entonces, ¿para qué sirve el arte? Tal vez la pregunta podría ser ¿podríamos vivir sin el arte?

Rage, the flower thrower, Banksy, 2005.

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